Mi vocación trinitaria

Yo soy religioso trinitario. Muchos jóvenes no saben cómo puede ser un religioso trinitario. Es una gran curiosidad que muchos me preguntaban por qué quiero ser trinitario. Entonces, le respondo porque quiero yo. Pero, a pesar de decir que quiero ser trinitario, es verdad que no es algo tan fácil de ser un religioso trinitario, porque hay que saber por dónde Dios me está dirigiendo.

Para ser religioso trinitario, es muy importante encontrar por dónde Dios me orienta y me guía. Pero, esto no quiere decir que Dios llama a unos pocos, sino a todos nosotros para ser buenos y santos que no depende de la tentación y de la maldad, sino de corazón bueno y de alma limpio, es decir, no quiere decir a los que han dedicado su tiempo en la iglesia y en la oración, sino a toda la humanidad. Dios llama a todos para llevar la historia humana hacia lo mejor. En este ambiente de la vocación universal, los religiosos son los delanteros y los señales a que enseña por donde deberíamos andar hacia Dios.

Mi vocación trinitaria no fue una llamada tan directa, porque, en Corea, no existía ni una comunidad trinitaria. Pero, me conducía el Espíritu Santo para desembocar en una corriente vocacional de los trinitarios.

Cuando me sentía llamado por Dios era bastante pequeño que iba siempre a la iglesia con mi madre para celebrar la misa. Quería ser monaguillo y estar a lado del sacerdote que preside en el altar. El ambiente de la iglesia me seducía como un lugar separado del mundo. Por eso, siempre iba a jugar en el patio de la iglesia o dentro de la iglesia, aunque no debía estar jugando en ella. El sacristán me quería echar de la iglesia, porque yo era bastante travieso y peligroso. Ese escondite en la iglesia fue una jugada bastante divertida.

La llamada de Dios no es necesariamente para ser religioso, sino para mejorar el mundo entero, obrando como carpintero o bien enseñando en el colegio o bien curando a los pacientes etc. La llamada de Dios es algo que hace sentir vivo y presente en relación con los demás y con Dios, porque Él es quien nos quiere y nos abraza.

¿No habéis sentido algo tan tan tan especial que deseaba ardientemente a ser una tal persona o hacer una tal cosa? Esa experiencia en que hacía yo escondite en la iglesia, cuando era pequeño, fue una invitación de Dios que me permaneciera en ella. Pero, no lo encontré que era una llamada de Dios hasta cuando dedicaba mi tiempo en un lugar tan tranquilo para escuchar silencio. Escuchar el silencio es como un espejo interior que hace posible mirar a mí mismo. Desde que yo naciera hasta entonces fue una película que nadie ha visto todavía, sin embargo, es una película dirigida por algunos. Dios es como los directores de la película que quiere sacar una historia irrepetible.

Algunas veces me sentía estupefacto al hablar con los demás o al estar solo en el oratorio, porque me siento dirigido por alguien para una cosa que está más allá del tiempo y espacio. No sé como decir aquí o allí, sino debo seguir lo que quiero hacer de acuerdo con este sentimiento que Dios mismo indica. Dirán muchas personas que es una imaginación. Pero, entiendo perfectamente, porque no se sabe qué es esta llamada hasta que tú mismo encuentres verdaderamente esa luz que te ilumina.

Pues, quiero decir a los jóvenes que estáis leyendo mi texto, que tengáis mucho ánimo, porque vais a ser lo que deseáis y suplicáis, pero ¡ojos!, una vez que te sientes tan solo y derrotado, párate y intenta escuchar el silencio como un especio delante de ti.

Alejandro Jiseung Kim

Anterior
Anterior

Mi Vocación, la Libertad

Siguiente
Siguiente

El encuentro