Mi Vocación, la Libertad

Todos los seres humanos –particularmente durante la adolescencia– ansiamos la libertad. Queremos ser libres; hacer lo que cada uno quiera, lo que le apetezca. Pero tal vez no reflexionamos suficientemente sobre esta libertad nuestra ¿En qué consiste? ¿En hacer lo que me viene en gana? ¿En hacer lo que quiero? ¿Es que es lo mismo lo que quiero que lo que me apetece? Ciertamente, a nadie le gusta que le pongan límites a los deseos y a todos nos fastidia que no nos dejen hacer lo que nos agrada. Cuando esto ocurre sentimos que limitan y coartan nuestra libertad.

Sin embargo, a poco que reflexionemos, caeremos en la cuenta de que todas esas libertades que tanto ansiamos y que tantas veces nos empeñamos en disfrutar prácticamente tienen muy escasa repercusión en nuestra vida y en nuestro futuro. Es que en realidad nuestra libertad no depende de las pequeñas cosas que se nos pueden limitar desde fuera sino de las opciones que nosotros vamos haciendo sobre nuestra propia vida. Ser libre significa ser capaz de optar, de elegir lo que uno quiere hacer con su vida. Y todos sabemos que toda opción significa renunciar a aquello que no se elige y que eso exige una reflexión previa para sopesar cuidadosamente los pros y los contras de cada decisión.

Por eso ser libre no consiste en dejarse llevar por lo que a uno le apetece en el momento. El que pretenda vivir de esa manera será responsable de la progresiva limitación de sus libertades y del deterioro de su existencia como ser humano.

Ser libre, por el contrario, supone reflexionar detenidamente sobre las posibilidades que uno tiene en la vida y optar por un proyecto de vida serio y realista, sabiendo que su realización va a exigir esfuerzos y renuncias a muchas cosas también apetecibles de las que habrá que prescindir para conseguir el objetivo principal. Solamente el que sabe lo que quiere y opta por ello, renunciando si es necesario a lo que le apetece, es verdaderamente libre.

Evidentemente, proyectar la propia vida, descubrir lo que queremos hacer con ella e irnos fijando los itinerarios más adecuados es lo que en otro tipo de lenguaje denominamos «ir descubriendo la propia vocación». Esta es la tarea fundamental en la vida de cada creyente, tarea que no puede realizar él solo sino en dialogo de confianza con el Padre y en reflexión de discernimiento en el Espíritu, conscientes siempre de la consigna que Pablo transmite a los gálatas: «Para ser libres os liberó Cristo».

Ramón Campos Fernández

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