Ser trinitario

Los trinitarios han respondido a la llamada de Jesucristo para seguirle viviendo una entrega a Dios y a los hombres parecida a la de Jesucristo. Somos bautizados, cristianos, discípulos de Jesucristo como todos los cristianos, pero con un estilo peculiar de vida y de servicio a la sociedad y a la Iglesia. Es lo que llamamos espiritualidad trinitaria. Como opción fundamental, nos comprometemos a vivir una vida de castidad, pobreza y obediencia, es decir, renunciando al matrimonio, al derecho de propiedad y a la libertad individual.

Tenemos un lema antiguo que plasma los dos referentes principales de nuestro modo de ser en la Iglesia: “Gloria tibi, Trinitas, et captivis, libertas”; Gloria a ti, Trinidad, y a los cautivos, libertad. El nombre oficial es: Orden de la santísima Trinidad y de los cautivos. La palabra Orden alude a la dimensión fraterna, comunitaria, de la vida y experiencia de los Trinitarios en la Iglesia. Los otros dos términos, Trinidad y Cautivos, muestran el núcleo fundamental de la experiencia y el compromiso que congrega a los hermanos. El trinitario glorifica a la Trinidad manifestando su amor redentor a los cautivos, y procura libertad al cautivo y al pobre viviendo en comunión con las tres Personas divinas. Por tanto el sentido y el significado de nuestro estilo de vida se apoya en este trípode: Comunión con la Trinidad, convivencia en fraternidad, servicio de amor a los pobres y los cautivos de hoy (especialmente cristianos perseguidos y encarcelados).

El culto especial a la Trinidad se produce en una vida personal y comunitaria animada por el Amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, en una liturgia de alabanza y adoración al Padre por Cristo en el Espíritu, en una acción ministerial reveladora del Dios Trinidad presente en cada hombre y, muy particularmente, en el servicio redentor a pobres y esclavos. La comunidad trinitaria, con todos sus religiosos, debe ser centro de irradiación de ese culto.

 Los trinitarios procuran cultivar y poner en práctica una auténtica familia de hermanos: igualdad de todos en el amor, superando jerarquías y clasismos; el trato de “hermano”, la corrección fraterna, la función de servicio del hermano ministro (superior); la pobreza y austeridad compartidas en función de la entrega a los pobres; humildad y sencillez en las relaciones mutuas.

En la vida de oración de los trinitarios el centro lo ocupa la eucaristía. La misa es su encuentro liberador con el Redentor, del que recibe su Espíritu y la “misión” (envío y tarea) de servicio integral a pobres y perseguidos.

La dimensión mariana es, en toda experiencia cristiana, un componente esencial. Los trinitarios veneran, como patrona principal de la Orden a la Virgen del Buen Remedio, cuya solemnidad cae el 8 de octubre. Se fijan sobre todo en los rasgos esenciales de la experiencia histórica de María y de su función maternal en la Iglesia: su relación absolutamente singular con las tres Personas divinas y, desde ahí, su colaboración excepcional en la obra de la redención. María es vista, por un lado, como modelo y guía de una vida totalmente consagrada a la Trinidad; y, por otro, como modelo, guía y madre providente de un apostolado evangélico orientado a los pobres y a los cristianos perseguidos.

Diferentes personas y grupos cristianos participan de la espiritualidad de los trinitarios, comparten el interés y la sensibilidad por la misión de ayudar a los cristianos perseguidos y servir a los pobres. Forman parte de la Familia Trinitaria.

Juan Pujana

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