Mi vocación

Ser religioso trinitario es dejarme amar por Él y así pueda comunicarme su felicidad (salvando la distancia), y lo demás, como Él mismo dice, ya se me dará por añadidura.

Entonces, cuando vivo de lo esencial, descubro que vivo realmente de la verdad de mi corazón, y encuentro esa paz y esa alegría que son una consecuencia de ir aprendiendo a amar a Dios.

En la medida en que me voy fiando, voy dejándole obrar a Él, voy palpando que está, que actúa y me dice: “No temas, estoy contigo y te amo; solo confía en mí”; es una manera de entregarle mi confianza al Señor, de decirle que yo también le amo, que me fío y que me dejo ir adonde Él quiere que vaya.

Dios me habla a mi corazón. Su lenguaje es el amor.  Él me habla llevándome al silencio para que viva totalmente vuelto hacia Él, que se me está dando en gratuidad y regalando; y se complace en mí, en compartir su vida, su gloria, su santidad y su belleza conmigo.

Y esa es mi escucha, una comunicación en la que hay una donación de amor entre Dios y mi pobreza (que Él convierte en riqueza).

Trato de ser fiel a la verdad, al amor de Dios; dar testimonio de delicadeza, ternura, capacidad de amar, de acoger y de comprender, porque cuando estás en Dios, todo eso brota de tu corazón y sientes que transmites felicidad.

Con mis limitaciones y debilidades, claro, pero al final aportas el mostrar lo único necesario: dónde está la fuente, la vida y la verdadera alegría.

Desde la oración personal y comunitaria uno intercede, para que mi vida -unida a la de Jesús- sea un pequeño sagrario que quiere vivir en intercesión continua al pie de la cruz de tantos hermanos que sufren.

Ser religioso trinitario es estar cerca de un corazón humano para que así descubra el amor con el que soy amado y, a partir de ahí, pueda edificar una vida desde la verdadera libertad y alegría.

¿Cómo no voy a confiar en Aquel que me ama tanto y que solo quiere mi bien?

Viviendo una verdadera experiencia comunitaria basada en el amor teologal vivo mi fe como Jesús la planteó, amor a Dios y amor a los hermanos.

Si me decidí hace 45 años a dar el paso en la Orden de la Santísima Trinidad es…

* porque me sentía atraído e incondicionalmente querido y afirmado;

*porque de lo que tengo en esta vida, mucho es lo recibido y me siento invitado a compartirlo y a darlo;

*porque he sentido y siento a Jesús como un gran amigo y a través de su proyecto de vida -el Evangelio- Él me sigue llamando cada día;

*porque otros me han precedido en el proyecto de Jesús y en el de nuestro Padre San Juan de Mata, Fundador, y sus vidas y la de Cristo me han ganado y convocado;

*porque he andado un largo camino y en la debilidad y pecado propio, del prójimo y del mundo (a veces tan escandalosos) me voy reconciliando;

*porque se me ha dado soñar el Reino y a su tarea me siento comunitariamente enviado;

*porque es una pasión encendida, un deseo de fidelidad a quien es mi único Señor: Jesucristo;

*y porque, con todo lo vivido, intuyo que, entre los distintos caminos de humanidad posibles, este es el que se me ha dado a mí, y en él sigo teniendo posibilidades de ser y de servir, de vivir libre y vinculado, de ser amado y de amar.

Lorenzo Aldasoro

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