He sido feliz

Me llamo Juan Mª Iturrate Artáraz. Tengo que comenzar diciendo que tuve la inmensa dicha de nacer y crecer en una familia muy cristiana.  De parte de mi padre tenía dos tíos trinitarios- uno el Beato Domingo y su hermano Ignacio; y por parte de mi madre otros dos trinitarios el P. José Artáraz,  muchos años superior del Santuario de Villanueva; y su hermano el P. Ramón Artáraz, y sin embargo yo nunca quise ser fraile, a pesar que cada vez que nos visitaba mi tío Ignacio me decía tú tienes que ser trinitario. Yo no le respondía, así hasta la edad de los 11 años.

Un día pasó por la escuela un P. pasionista y nos habló de la vocación de ser sacerdote. Al terminar nos pregunta quién quiere ser sacerdote y religioso. Yo levanté la mano y al apuntarme le dije que yo me iba con mi  tío trinitario. Poco le faltó a mi padre para comunicarle a su hermano Ignacio que su hijo quería ser sacerdote. Recuerdo perfectamente una tarde que estábamos en las labores del campo y viene mi padre de la fábrica y me comunica que ha dicho su hermano Ignacio que el domingo vayamos a Algorta que es la fiesta de  la Stma. Trinidad y allí fuimos.

Cuando llegué a Algorta  había 6 aspirantes de mi pueblo y los vi vestidos con el hábito trinitario, aquello me entusiasmo. Yo ya no quería volver a casa, me quería quedar allí. Estaba todo preparado para ingresar en septiembre, pero mi padre se accidentó en la fábrica y estaba internado en el hospital. En este tiempo, mi tío el P. José, había vuelto de Argentina, después de 20 años allí sin venir a la familia. Así, una vez mejorado mi padre, el 29 de octubre acompañado de mi tío José fuimos a Bilbao, donde estaba mi tía María,  a visitar a mi hermana que estaba en el Colegio de la carmelitas y me decía: ¿pero a dónde vas? Ya verás, encerrado con lo que te gusta a ti andar en bici etc., etc. Yo seguía impertérrito. Me acompañaron hasta el convento de Algorta y cuando se marcharon y cerraron la puerta entonces sí, creo que lloré en el primer momento, pero cuando fui donde estaban los de mi pueblo y otros me hice enseguida a la idea del aspirantado.

Tengo que decir que nunca me he arrepentido. He sido feliz, en Algorta, los dos años de estudio en el Santuario de la Bien Aparecida y en el noviciado de Algorta, con el P. José Gamarra, un santo religioso. Tuvimos un noviciado muy riguroso, pero no me arrepiento de él. Aquella Comunidad, nosotros los novicios que éramos 16, las solemnes vísperas cantadas, la Salve a la Virgen de Begoña, los sábados en la iglesia con todos los aspirantes. En fin, llegó el 12 de setiembre de 1955, hicimos todos la profesión simple. Ah, vinieron muchos familiares, entre ellos, con mis padres y hermanos, mi abuela, la madre del Beato Domingo y otros amigos. Yo era muy feliz.

De allí nos destinaron a estudiar filosofía en Córdoba. Teníamos un coro excepcional con cuarenta y tantos religiosos; éramos la mar de felices. En esto, en el mes de septiembre, nos destinan a siete a Roma y entre ellos yo. Vinimos a Algorta a preparar los pasaportes y aquí la despedida de los familiares y un hasta la vuelta, que era no menos de los siete años de carrera. Como así lo fue.

En Roma, el 17 de febrero de 1963, llegó el día esperado y ansiado durante 14 años, la ordenación sacerdotal. Había llegado lo que le pedía al Señor durante 14 años de carrera, ser sacerdote trinitario.

Juan Mari Iturrate

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