Una vocación matemática

El otro día me levanté, como cada mañana a las 06:05 h., y tras estar unos minutos sentado al borde de la cama, cogí el móvil que estaba en la mesita de noche y me dispuse abrir la app de ChatGPT y escribí: “Dime cosas que nos hacen perder el tiempo”.

Hay momentos en tu vida en los que te preguntas cuánto tiempo has perdido con amistades que no han valido la pena, con actividades que no te han llenado lo suficiente o cuánto tiempo has desperdiciado mirando el móvil esperando un mensaje, una llamada o simplemente un like a tu última publicación. 

Y el tiempo pasa y, ahora cuando las piezas de mi vida van encajando, no quiero seguir perdiendo el tiempo, por eso quiero mirar atrás y darle la vuelta a mi vida para descubrir cuáles han sido los espacios, cuáles las acciones y cuáles las personas que me han hecho ganarle tiempo al reloj de mi vida. 

Esta búsqueda se ha convertido en una verdadera aventura y, en ocasiones, dolorosa. Pero, no estoy dispuesto a que sea el reloj el que me marque las horas o las decisiones de mi vida. Ahora, desde mi propia condición y vocación, me dispongo a descubrir los segundos, minutos y horas que han supuesto una suma de momentos. 

Desde el primer recuerdo hasta hoy mismo, encuentro un factor común, una persona que se mantiene siempre presente y que como un bonus me hace aumentar los minutos que aparecen en la calculadora. Su constante presencia y permanente amistad ha revolucionado de tal forma mi vida, que el reloj se ha convertido en una suma de momentos. Los silencios aportan segundos, los susurros en la intimidad de las celebraciones con la presencia sacramental marcan minutos y la fraternidad acogedora es la manecilla que señala las horas. 

Podríamos decir que perder el tiempo no está para aquellos que hemos decidido emprender una vida de sumas. Porque una vocación que refleja la alegría y la esperanza de sentirse llamado, escogido, elegido con tus pobrezas, acompañado en las ausencias pero siempre fortalecido en las manos de un Dios que moldea tu vida es la consecuencia de la suma de momentos, es la vida de aquél que vive en la ausencia de nudos, la historia de aquél que no pone su barro a cocer y que tiene la confianza de la vida nueva. 

Solo posee vocación quien vive su vida, quien es capaz de abrazar cada noche la visión de la alegría, Jesús. Vivir la vida a su modo, la llamada a la obediencia fiel de cada día y a las sorpresas inéditas del Espíritu van tejiendo el telar de una vida de ganancias. Por eso mi vida, en la búsqueda y discernimiento de mi vocación, es una suma de momentos, un encuentro constante con el amigo fiel. 

La lista que me aporta la app de ChatGPT no tiene nada que ver con la vida que he elegido, con la vocación que he recibido. Al conocer la verdadera amistad, ya no pierdo el tiempo en amigos que traicionan. He conseguido dejar de preocuparme por cosas que no se encuentran fuera de mi control porque he aprendido a ponerme en sus manos. Su amistad y su proyecto me hacen confiar y comprometerme en el ahora, abandonando las planificaciones que me alejan de las verdaderas acciones. Ahora puedo confiar en mí mismo y en mi propio progreso, porque me siento amado, sin necesidad de compararme continuamente con los demás. 

Yo he decidido que mi reloj no me quite horas de mi vida, he optado por una vida que suma momentos de encuentros. 

Y tú, ¿pierdes vida o ganas momentos?

Antonio Torres García

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