“Nacer de nuevo” (Jn 3,3)

El anciano Nicodemo se vio sorprendido por la respuesta de Jesús. Se había acercado fascinado por los signos que Jesús hacía; pensaba: “seguramente este hombre viene de Dios”. Aquella noche la respuesta de Jesús hizo saltar sus esquemas por los aires. “Si quieres ver el reino de Dios, has de nacer de nuevo”. La invitación del Maestro no entraba en sus cálculos: ¿Cómo volver al seno de mi madre?, mascullaba el sabio maestro judío…

“Volver a nacer” es una fuerte invitación a ir a lo esencial de la vida. En estos días en que la Cuaresma se acerca sigilosamente buscando avivar nuestra conciencia cristiana, se nos invita a nacer de nuevo. La dificultad que plantea Nicodemo para nacer de nuevo, sugiere un autor, no es aprender cosas nuevas sino olvidar cosas pasadas. Y es que, haciendo un juego de palabras, el pasado nos juega malas pasadas. El problema de nuestros procesos personales, en ocasiones, no son los aprendizajes sino el pesado bagaje que acarreamos. Como el mito de Sísifo nos empeñamos en vivir condenados a empujar cuesta arriba nuestras piedras. Piedras de rencores, de envidias, de heridas no curadas, de ofensas recibidas, piedras que dañan al moverlas, piedras que duelen con solo recordarlas, en definitiva,…pesadas piedras que paralizan la vida.

Para nacer de nuevo es preciso vaciar la mochila, quedarse con lo imprescindible, volver a lo esencial, redescubrir nuestra esencia, liberarnos de cuanto se nos ha ido adhiriendo con el paso de los años, retales de un ayer que pasó y cuyo recuerdo nos petrifica y nos impide avanzar.

Entra en la Cuaresma, ¡Libérate!, ¡Nace de nuevo!, ¡Déjate llevar por los impulsos misteriosos e incontrolables del Espíritu vivificador que sopla donde quiere!, ¡Vuelve a lo esencial!, ¡Levanta la mirada y contempla el rostro del Dios de la misericordia! y, sobre todo,…... ¡descarga las piedras!!

Ignacio Rojas Gálvez

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