¡Qué locura Lorenzo! Son las palabras que continuamente me decían y repetían todos cuando yo les hablaba del camino vocacional que había empezado a recorrer para ser en mi vida religioso-trinitario y sacerdote.

No hay que pensar mucho para darnos cuenta de que lo difícil de la vida se va convirtiendo en un reto que nos cuestiona.

Hacer habitables mis encuentros, sean con otros, con Dios o conmigo mismo, me compromete.

No dejarse vencer por el deseo, alcanzar hacer de la necesidad virtud, es una tarea que lleva toda una vida.

El cansancio es una llamada de atención frente a una vida que llenamos de actividad, no siempre coherente con nuestras posibilidades.

La liberación de las personas, solo es total si además de romper cadenas somos transmisores de la gracia, de la liberación interior.

Cada vez nos cuesta más estar a solas

Cuánto nos cuesta reconocer en lo cotidiano algo extraordinario, milagroso.